Las drusas son pequeñas acumulaciones de material extracelular de color amarillo que se depositan en la retina.
La presencia de drusas es normal a partir de cierta edad, son infrecuentes por debajo de los 45 años, habituales entre los 45 y 65 y generalizadas a partir de los 65. El tratamiento depende de un diagnóstico precoz incluyendo la cirugía láser.
Existen dos tipos de drusas en la retina:
El láser 2 RT es una terapia prometedora, se trata de una nueva opción para los pacientes que padecen degeneración macular incipiente y drusas.
Para poder recomendar este tratamiento de rejuvenecimiento retiniano con láser 2 RT nos basamos en los resultados del ensayo clínico aleatorizado LEAD Study. Realizado en un grupo aleatorizado de 273 pacientes, con un seguimiento durante 3 años, en el grupo de casos que padecían degeneración macular seca asociada a drusas blandas (lipídicas, y por debajo del epitelio pigmentario de la retina), se observó un efecto preventivo en el 75% de los casos tratados con Láser de nanosegundo 2 RT.
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Las drusas son depósitos que se forman en la capa del epitelio pigmentario retiniano (EPR) bajo la retina, y su aparición está asociada con varios factores relacionados con el envejecimiento y la salud ocular. Aunque el mecanismo exacto detrás de la formación de drusas no se comprende completamente, se cree que están involucrados varios factores:
Edad: La causa más común de las drusas es el envejecimiento. A medida que las personas envejecen, los procesos naturales de desecho y reparación en el ojo pueden volverse menos eficientes, llevando a la acumulación de materiales de desecho.
Genética: Algunos genes se han relacionado con un mayor riesgo de desarrollar drusas y degeneración macular asociada a la edad (DMAE). Familias con historial de DMAE tienden a tener una predisposición genética a formar drusas.
Factores ambientales y estilo de vida: El tabaquismo, la dieta alta en grasas y la falta de ejercicio se han relacionado con un mayor riesgo de formación de drusas. La exposición prolongada a la luz ultravioleta también puede contribuir.
Inflamación: Se cree que la inflamación crónica en el ojo puede desempeñar un papel en la formación de drusas, posiblemente a través de la alteración de la barrera hematorretiniana.
Cambios metabólicos: Problemas en el metabolismo de los lípidos y otras sustancias dentro del ojo pueden llevar a la acumulación de residuos que forman las drusas.
Las drusas se consideran un signo temprano y un factor de riesgo importante para el desarrollo de la degeneración macular, especialmente la forma seca de la enfermedad. Monitorizar su presencia y crecimiento es fundamental para manejar y prevenir la progresión de problemas visuales asociados con la DMAE.
La presencia de drusas por sí sola no suele afectar significativamente la visión, especialmente en las etapas iniciales. Sin embargo, a medida que aumenta la cantidad y el tamaño de las drusas, especialmente si son drusas blandas que están más asociadas con la degeneración macular, pueden comenzar a surgir problemas visuales. Estos son algunos de los efectos visuales que pueden experimentar las personas con drusas significativas:
Visión borrosa: A medida que las drusas afectan la función del epitelio pigmentario retiniano y la retina, pueden causar una visión borrosa, especialmente en la visión central.
Dificultades con la visión de detalles: Las drusas pueden interferir con la capacidad de ver detalles finos, lo cual es esencial para actividades como leer y reconocer caras.
Distorsión visual: En algunos casos, las drusas pueden causar que las líneas rectas parezcan torcidas o distorsionadas, un síntoma conocido como metamorfopsia.
Reducción en la sensibilidad al contraste: Puede haber una disminución en la capacidad de distinguir entre variaciones sutiles de luz y oscuridad.
Puntos ciegos: En etapas más avanzadas, las drusas grandes pueden llevar a la formación de áreas de atrofia en el epitelio pigmentario retiniano, resultando en pequeños puntos ciegos en la visión.
Es importante notar que muchas personas con drusas no experimentan ningún síntoma notable en las primeras etapas y las drusas son frecuentemente detectadas durante exámenes oculares de rutina destinados a evaluar la salud de la retina. Por lo tanto, el seguimiento regular con un oftalmólogo es crucial para monitorizar cualquier cambio en la condición y para manejar adecuadamente cualquier impacto en la visión.
Las drusas blandas son uno de los tipos de drusas que se pueden formar en el epitelio pigmentario retiniano, asociadas con la degeneración macular asociada a la edad (DMAE). A diferencia de las drusas duras, que son pequeñas, bien definidas y menos preocupantes en términos de progresión hacia la DMAE avanzada, las drusas blandas son más grandes, tienen bordes menos definidos y están compuestas de material más amorfo.
Las drusas blandas son particularmente significativas porque están más estrechamente asociadas con un mayor riesgo de progresión a formas avanzadas de DMAE, especialmente la forma húmeda de la enfermedad. Esto se debe a que pueden perturbar más significativamente la estructura y función del epitelio pigmentario retiniano y la retina, facilitando el desarrollo de neovascularización coroidea (crecimiento de nuevos vasos sanguíneos bajo la retina) que caracteriza la DMAE húmeda.
Las drusas se depositan en la retina, específicamente en una zona llamada el epitelio pigmentario retiniano (EPR), que se encuentra justo debajo de la retina sensorial y sobre la coroides, la capa de vasos sanguíneos que nutre la retina. Estos depósitos son acumulaciones de material extracelular que pueden variar en tamaño, cantidad y composición, y son comúnmente asociados con la degeneración macular asociada a la edad (DMAE).
Las drusas pueden ser un indicador de un riesgo aumentado de desarrollar formas más avanzadas de DMAE, especialmente si son numerosas o de tamaño considerable.
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Clínica Oftalmología Orduna desde 1980 pioneros en láser y cirugía ocular.
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